Conflictos

14.09.2010 09:24

Asia es el más extenso y poblado de los continentes. Su gran diversidad de razas, religiones y culturas hace que sus conflictos también lo sean. El que actualmente acapara mayor atención es el que enfrenta a israelíes y palestinos. Pero no es el único, ni el más sangriento.

En esa tierra nacieron dos de las tres grandes religiones monoteístas: el cristianismo y el judaísmo. Y, muy cerca de allí, en la península arábiga, la otra: el islamismo. En el otro extremo del continente encontramos las más importantes confesiones politeístas como el hinduismo o el budismo. Esta amalgama de credos aparece asociada a muchas de las guerras que se disputan en Asia.

Los motivos ideológicos, con reminiscencias de la Guerra Fría, y étnicos también avivan los enfrentamientos. Pero los intereses por dominar los recursos naturales y energéticos, y las desigualdades, que dan lugar a la miseria, son el verdadero motor de las confrontacione

AFGANISTÁN
...Y todo sigue igual
Por RUBÉN CABEZAS

FICHA

Nombre oficial: República Islámica de Afganistán
Capital: Kabul
Sistema de gobierno: República Islámica
Jefe del Estado: Hamid Karzai. La Autoridad Interina Afgana es un Gobierno de unidad nacional formado por varios partidos.
Primer Ministro: Hamid Karzai. Designado desde diciembre de 2001 en la Conferencia de Bonn para la reconstrucción de Afganistán. Respaldado por las urnas en los comicios celebrados en octubre de 2004.
Partidos de la Autoridad Interina Afgana: Frente Islámico Unido por la Salvación de Afganistán (Alianza del norte). Grupo de Roma (Monárquicos), Grupo de Peshawar.
Población: 31.056.997 habit. (2006)
Superficie: 647.500,00 km²
Idioma: Pashtu (35%), Afgano-persa (50%), lenguas de Turkic (11%), 30 lenguas de menor importancia (4%)
Religión: Musulmanes-Suníes (84%), Musulmanes-Chiíes (15%), minoritarias (1%)

CONFLICTO
Tras el desalojo del poder de los talibán, grupos fundamentalistas han ocupado su lugar, impidiendo el desarrollo de la democracia, en un país en el que la situación es caótica.

La leyenda de que ningún invasor extranjero había conquistado Afganistán desde los tiempos de Alejandro Magno se vino abajo con la fulgurante operación 'Libertad Duradera'. ¿O no tanto? La prometida democratización no ha llegado a un país en el que las elecciones de 2004 y 2005 se celebraron salpicadas por rumores de fraude, y la violencia está presente en la mayor parte del país. Los talibanes se rearman y la producción de opio y heroína alcanza niveles desproporcionados. Estados Unidos se vanaglorió de quitar los 'burkas' a las afganas, pero ahora la comunidad internacional está atascada en el corazón de Asia.

Las mujeres despojándose de las prendas impuestas por los integristas y los hombres afeitándose sus barbas fueron una operación de imagen, ya que en la práctica el fundamentalismo sigue vigente en Afganistán con los nuevos grupos que ocupan el poder, como la Alianza del Norte, bajo la bendición de Washington. Organizaciones de defensa de las libertades, como Rawa (Revolutionary Association of the Women of Afghanistan), denuncian que no hay mucha diferencia entre la actual situación y la de la época talibán. Además, éstos últimos se han reagrupado en las montañas del sur del país y, en algunas zonas fronterizas, llegan a controlar la Administración, representando una amenaza para el debilitado poder central. A esto hay que sumar los continuos enfrentamientos de las guerrillas y la desesperada situación de los más de dos millones y medio de refugiados que han regresado al país desde que, en diciembre de 2001, cayese el régimen talibán. Otros 2,7 millones de afganos aún no han podido regresar.


La Historia dice que ni británicos ni soviéticos habían conseguido doblegar a un pueblo indómito, en un territorio muy favorable para la lucha de guerrillas. Los primeros nunca llegaron a controlar del todo a un país que consiguió su independencia en 1919. Los segundos encontraron su propio Vietnam en una guerra que duró de 1979 a 1989. Los 'muyaidin' afganos, armados y entrenados por EEUU, metieron en un callejón sin salida al poderoso ejército ruso. Pero ni después de la retirada de los tanques de Moscú un país empobrecido conoció la paz, sumido en un caos en el que multitud de facciones luchaban por hacerse con el control del Estado.


En septiembre de 1996, uno de esos grupos tomó Kabul. Eran los 'estudiantes del Islam' o talibán, que no tardaron en imponer su extremista concepto de la religión musulmana: prohibición del derecho al trabajo y a la educación para las mujeres, amputación de manos para delitos como el robo o castigo de apedreamiento para los casos de adulterio, entre otras violaciones de los derechos humanos, a la que asistía impotente la comunidad internacional.


Los atentados del 11 de Septiembre cambiarían el destino de Afganistán. Los estadounidenses pidieron a los talibán la cabeza de Bin Laden, y como éstos se negaron a concedérsela, entraron a buscarla el 7 de octubre de 2001 con su 'Libertad Duradera' (el nombre elegido en primer lugar para la operación, 'Justicia Infinita', se sustituyó para no ofender a los musulmanes). Nunca encontraron al líder de Al Qaeda.
Una coalición internacional y algunos de los grupos opositores al régimen anterior, la Alianza del Norte, desalojaron a los talibán del poder. La ONU se hizo cargo en diciembre del mismo año de mantener la paz tras la salida de los integristas, a través del mandato de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF), hasta la celebración de unos comicios democráticos, que llegarían en 2004 con la victoria de Hamid Karzai. Durante todo ese tiempo, este líder 'pastun' asumió la presidencia del país dirigiendo un nuevo Gobierno de transición con representantes de todas las etnias afganas.


Desde agosto de 2003, es la OTAN la encargada de controlar la ISAF, su primera misión de paz fuera de Europa. Formada por unos 30.000 soldados, repartidos en cinco comandancias regionales —Kabul, norte, oeste, sur y este—. Las fuerzas españolas ascienden a cerca de 700 efectivos, destacados en Herat, al oeste del país. Una de sus tareas más decisivas, ante el temor de atentados, fue la supervisión el 18 de septiembre de 2005 de los comicios en los que los afganos acudieron a las urnas para elegir el primer Parlamento en más de tres décadas.

Ahora, la raquítica democracia afgana convive con los cada vez más poderosos talibán, que, enriquecidos gracias a la acelerada producción de opio (6.100 toneladas en 2006, un 59% más que el año anterior), pagan hasta cinco kilos de oro por cada soldado de la OTAN que maten. Así, la organización atlántica que dirige el holandés Jaap de Hoop Scheffer, se juega gran parte de su futuro y credibilidad en un conflicto en el que se ha demostrado impotente, y cada semana acumula muertos por ataques a convoyes, secuestros y guerrillas. España también ha sufrido el zarpazo de los talibán, y como el nuestro, la mayoría de los países vacila a la hora de aumentar su presencia militar en un país en el que los soldados tienen 3,5 veces más posibilidades de morir que en Irak. Bush llama a la desesperada a colaborar en el país, donde además el respeto por los derechos humanos sigue siendo una utopía. En marzo de 2007, la OTAN y el ejército afgano lanzan el mayor ataque conjunto contra las milicias talibán, movilizando a más de 5.500 soldados.

 

 

JAMMU Y CACHEMIRA
Una bomba de relojería en el Himalaya
Por SONIA APARICIO

FICHA

Nombre oficial:
Jammu y Cachemira
Capital:
Srinagar (verano);
Jammu (invierno)
Sistema de gobierno:
Es uno de los 29 Estados que integran la República Federal de la Unión India. Al frente figura un Gobernador (designado por el presidente indio para cinco años) una Asamblea Legislativa (que se disuelve cada 5 años) y un Consejo Legislativo (sin plazo de disolución)
Jefe del Estado: Abdul Kalam, presidente de La India desde el 18 de julio de 2002
Primer Ministro indio:
Manmohan Singh, desde mayo de 2004
Gobernador cachemir:
Sriniwas Kumar Sinha, desde el 4 de junio de 2003
Primer Ministro cachemir:
Sh. Mufti Mohd Sayeed
Población: 10.069.917 (2001)
Superficie: 206.703 km²
Idioma:
hindi (oficial), inglés y varias lenguas y dialectos regionales (urdu, kashmiri, dogri, pahari, Ladakhi)
Religión:
musulmana (80%) e hindú (20%)

CONFLICTO
Desde 1947, reclama su adhesión a Pakistán. En los años 90 surgen grupos separatistas que reclaman la independencia.

El control de Jammu y Cachemira ha provocado dos de las tres guerras (1947, 1965 y 1971) que han librado La India y Pakistán desde su independencia. Hace ya casi seis décadas que grupos separatistas propaquistaníes combaten con las fuerzas indias en plena cordillera del Himalaya, a más de 6.000 metros sobre el nivel del mar. El conflicto ha adquirido una nueva dimensión en los últimos años, ya que ambos países, potencias atómicas en 'igualdad de condiciones' desde 1998 —La India ya había realizado su primera prueba nuclear en 1974—, han hecho continuas demostraciones de fuerza frente a su rival.

Tras la división de la India colonial en 1947 en dos Estados, La India y Pakistán, ambos reclamaron el control de Cachemira, paso estratégico a través del Himalaya a todo el subcontinente. Según el acuerdo de partición, los principados de la India británica podrían decidir su anexión a uno u otro Estado, según sus características geográficas, étnicas y religiosas. El marajá hindú de Cachemira —a pesar de que la mayoría de sus 'súbditos' eran musulmanes— recurrió a Nueva Delhi para frenar a las guerrillas paquistaníes, y el 27 de octubre de 1947 firmó su adhesión 'provisional' a la Unión India. El Gobernador británico recomendó que la incorporación definitiva se realizara tras un plebiscito que nunca ha llegado a celebrarse.

El conflicto acababa de empezar. La primera guerra indo-paquistaní terminó en enero de 1949 con más de un millón de muertos. La ONU trazó entonces una línea de armnisticio que dividía la región en dos (Azad Cahemira, al norte, controlada por Pakistán; y Jammu y Cachemira, al sur, bajo gobierno indio), a la espera del plebiscito. Pero en 1957, la India se anexionó 'su' zona. Por si fuera poco, en 1962 China ocupó la región budista de Aksai-Chin. En 1965, las continuas reclamaciones soberanistas provocaron una segunda guerra (la tercera fue en 1971 en el Pakistán oriental, que apoyado por Nueva Delhi se independizó como Bangladesh). En 1971 una nueva Línea de Control (LOC) establecía ciertos cambios sobre la de 1949. El compromiso de alto el fuego y de búsqueda de diálogo sellado en el acuerdo de Simla (1972) quedó durante décadas en simple papel mojado.

El fundamentalismo islámico aparece en escena a finales de 1989. Los independentistas, agrupados en la alianza Hurriyat ('Libertad') —en la que destaca el Frente de Liberación de Jammu y Cachemira (JKLF)—, combaten contra los grupos propaquistaníes, encabezados por Hizb-ul Muyahidin ('Combatientes de Dios'), y ambos se enfrentan, a su vez, al Gobierno de Nueva Delhi, que acusa a Islamabad de alentar, entrenar y financiar a los terroristas islámicos que operan en la Línea de Control.

En 1998, La India realizó hasta cinco pruebas nucleares, contestadas por otras tantas desde Pakistán. Las continuas escaramuzas en la frontera y los ensayos nucleares de ambas potencias, que estuvieron a punto de desembocar en una nueva guerra en 1999 y en 2002, han convertido a Jammu y Cachemira en uno de los puntos más calientes del planeta.
 

Los gobiernos de La India y Pakistán han tratado de poner fin a esta frágil situación con el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas, anunciado en mayo de 2003, y respaldando un alto al fuego bilateral en noviembre de ese mismo año. Además, en enero de 2004, el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, y el entonces primer ministro indio, Atal Behari Vajpayee, volvían a reunirse por primera vez desde 2001. Y Musharraf continuó el acercamiento en sucesivos encuentros con Manmohan Singh, sucesor de Vajpayee. A pesar de que ambos países han continuado con sus ensayos nucleares, el primer gesto de buena voluntad llegaba en junio de ese mismo año, con el anuncio de que La India y Pakistán reabrirían sus respectivas embajadas en Bombay y en Karachi tras casi seis décadas de conflicto.

En abril de 2005, ambos países daban un nuevo paso adelante, con el establecimiento de una línea de autobuses entre las zonas india y paquistaní de Cachemira, incomunicadas durante décadas. Pero a pesar de los gestos de acercamiento de ambas potencias, la negativa de Nueva Delhi a negociar cualquier cambio en las actuales fronteras internacionales, las aspiraciones independentistas y los ataques de los militantes islámicos demuestran que la estabilidad aún está por llegar.

 

 

 

BIRMANIA (UNIÓN DE MYANMAR)
La democracia secuestrada
Por SONIA APARICIO

FICHA

Nombre oficial:
Unión de Myanmar
(antes Birmania)
Capital:
Pyinmana; hasta noviembre de 2005, lo fue Yangón (Rangún)
Sistema de gobierno:
Consejo Militar
Jefe del Estado:
General Than Shew, presidente del 'Consejo para la Paz y el Desarrollo del Estado', desde el 23.04.1992
(Gobierno en el exilio: NCGUB, Coalición Nacional de la Unión de Birmania, constituida tras las elecciones de 1990 y reconocida internacionalmente desde 1991, cuando Aung San Suu Kyi recibió el premio Nobel de la Paz)
Población: 42.909.464
(est. julio 2005)
Superficie: 676.000 km²
Idioma: el myanmar (birmano) es el oficial. También se hablan otras lenguas tribales como el karen y el shan
Religión:
Budista (87%). También hay minorías animistas, musulmanas, hindúes y cristianas

CONFLICTO
El país está gobernado por una Junta Militar que, tras negarse a reconocer los resultados de las elecciones de 1990, ejerce una fuerte represión sobre los grupos opositores al régimen, acusado, además, de violar los derechos de las minorías étnicas.

Los 14 estados que componen la Unión de Myanmar, antigua Birmania, no han podido escapar de la dictadura castrense que ha regido sus destinos desde 1962, a pesar de que en 1990 la Liga Nacional por la Democracia (NLD) logró el respaldo mayoritario en unas elecciones legislativas cuyos resultados se quedaron en la simple anécdota. Porque los militares, derrotados democráticamente en las urnas, nunca 'soltaron' el poder.

La represión contra cualquier vestigio de oposición ahoga al país más grande del sudeste asiático, que junto a Laos y Tailandia conforma el llamado 'triángulo de oro' del cultivo mundial de opio y fabricación de heroína blanca. Además, Birmania es también escenario de la violación sistemática de los derechos de los grupos étnicos minoritarios. Miles de civiles son 'reclutados' por el Ejército para realizar trabajos forzosos en plantaciones, en la construcción de carreteras o para servir de porteadores o mensajeros, según denuncia desde hace varios años la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Aung San Suu Kyi es la cabeza visible de la oposición al régimen mianma desde finales de los 80, cuando los birmanos despertaron del 'letargo' mantenido durante los 26 años de dictadura del general Ne Win y su partido único, el omnipresente BSPP (Partido Birmano del Programa Socialista). Casi tres décadas después del golpe de Estado de 1962, la política de nacionalizaciones y aislamiento de la «vía birmana al socialismo» de Ne Win había convertido a uno de los países más ricos y prósperos de Asia en uno de los más pobres del mundo. La insostenible situación económica fue el detonante de las protestas prodemocráticas que en marzo de 1998 empezaron a brotar de las universidades.

La dimisión de Ne Win, en julio, y la designación de su sucesor —uno de los máximos responsables del aparato represivo del régimen— avivaron aún más la revuelta. Las actuaciones del Ejército para aplastar la rebelión dejaron una fecha dramática para la Historia: el 8 de agosto de 1988 centenares de estudiantes mueren víctimas de la brutal represión contra los manifestantes en las calles de Rangún.

La necesidad de frenar la fiebre revolucionaria lleva a los militares a anunciar la celebración de elecciones libres. Pero el régimen no esperaba una derrota en las urnas. Aunque la NLD logró 396 de los 485 escaños del Parlamento, los militares se aferraron al poder y se negaron a transferir el gobierno hata que se redactara una nueva Constitución, siempre bajo su aprobación. Los diputados electos de la NLD constituyeron un gobierno en el exilio.

El resto del mundo empezó a tomar conciencia de lo que ocurría en Birmania cuando Suu Kyi recibió, en 1991, el Nobel de la Paz. Para entonces, la hija del general Aung San, popular héroe de la independencia birmana, llevaba dos años bajo un arresto domiciliario que aún duraría hasta julio de 1995. Vigilada siempre de cerca por el régimen —que durante años ha intentado forzar su exilio voluntario—, volvería a estar detenida entre septiembre de 2000 y junio de 2002. Entonces, al igual que tras su primera liberación, surgieron nuevas esperanzas de avanzar en el diálogo para la reconciliación nacional. Pero la realidad es que nada nada ha cambiado en Birmania.

La represión política continúa a la orden del día y, en mayo de 2003, Suu Kyi fue detenida de nuevo y retenida en prisión durante más de tres meses. En septiembre de 2003, la líder opositora comenzó una nueva etapa de arresto domiciliario —prolongado hasta hoy a pesar de las presiones de la comunidad internacional—. En su prisión particular, el 19 de junio de 2007 Suu Kyi celebró su 62 cumpleaños.

El 20 de mayo de 2006, las autoridades birmanas permitieron el primer contacto internacional en tres años con la líder opositora, que se entrevistó con un enviado especial de Naciones Unidas. La noticia fue recibida con optimismo dentro y fuera de un país que volvió a sumirse enseguida en el olvido de la comunidad internacional.

Los birmanos logran que el mundo vuelva fijarse en ellos en septiembre de 2007: miles de monjes budistas se echan a la calle contra la Junta Militar. Lo que empezó como una protesta de trabajadores y estudiantes contra la subida del precio del petróleo se convirtió en el grito desesperado de un país sometido a un gobierno ilegal y represivo que dura ya cuatro décadas y media. El Ejército ahogó con violencia la denominada 'Revolución del Azafrán' y los sueños de democracia quedaron en nada.

En mayo de 2008, el ciclón 'Nargis' azota aún más a la ya castigada población myanma. Más de 30.000 muertos (podrían ser 100.000, según Naciones Unidas), decenas desaparecidos y una incalculabe cantidad de personas que han podido perder sus casas vuelven a acaparar la atención de la comunidad internacional, mientras la Junta militar pone todo tipo de trabas a los cooperantes extranjeros y al reparto de la ayuda humanitaria llegada de todos los rincones del planeta.


 

SRI LANKA
Más de dos décadas de rebelión tamil
Por ELENA MENGUAL

FICHA

Nombre oficial: Sri Lanka
Capital: Colombo
Sistema de gobierno: República presidencialista democrática
Jefe del Estado: Chandrika Bandaranaike Kumaratunga (Alianza Popular)
Primer Ministro: Ratnasiri Wickramanayake
Partidos de la Oposición: Frente de Liberación Unida Tamil (TULF), Alianza de Unidad Nacional (NUA), Congreso Musulmán de Sri Lanka y Partido Democrático Popular Eelam (EPDP)
Población: 20.064.776 habit.
Superficie: 65.610 km²
Idiomas: Cingalés y tamil son las oficiales. El inglés es de uso reconocido
Religión: Budismo (70%), hinduismo tamil (15%), cristianismo (8%) e islamismo (7%) (Datos de 1999)

CONFLICTO
La minoría tamil lucha contra el Gobierno cingalés por lograr la independencia de los territorios situados al norte y este de la isla

Sri Lanka —antiguo Ceilán— es pasto de una guerra civil desde 1983, si bien los problemas de convivencia entre la etnia mayoritaria cingalesa y la minoría tamil vienen de antes. Los tamiles, oprimidos durante años y marginados por las leyes elaboradas por la mayoría cingalesa, mantienen una lucha encarnizada por la independencia de los territorios del norte y este de la isla.

Durante el dominio británico (Sri Lanka fue antes colonia portuguesa y holandesa) se favorece la inmigración de población tamil -originaria del sur de La India-, como mano de obra barata. La implantación del inglés como lengua oficial propició la inserción social de esta etnia.

A partir de la independencia, en 1948, los tamiles empiezan a ver recortados sus derechos. La situación se agrava en 1956, cuando el cingalés es instituido lengua oficial, lo que cierra muchas puertas a la minoría hindú, y empeorará en 1970, con una legislación discriminatoria respondida con rebeliones y desobediencia civil. Ese mismo año se crea el movimiento Tigres de la Liberación Tamil Eelam (LTTE) . A partir de 1976 el conflicto comienza a radicalizarse, si bien no será hasta 1983 cuando se pueda hablar de guerra civil, una guerra que durante 19 años se ha cobrado la vida de 65.000 personas.

Los Tigres Tamiles reclaman la independencia de los territorios del noreste de la isla, fundamentalmente la península de Jaffna y la ciudad de Trincomalee y sus alrededores. Este movimiento combina la lucha de guerrillas con los atentados terroristas, algunos de ellos especialmente sangrientos, como el del 31 de enero 1996, cuando la explosión de un camión bomba en Colombo acabó con la vida de más de 200 civiles y provocó heridas a 1.400.

Tras varios intentos fallidos de acercamiento y la declaración de varias treguas, la situación da un giro en 2002. El Gobierno de Sri Lanka y el LTTE acuerdan un alto el fuego y el inicio de conversaciones bajo el auspicio de Noruega. Tras una breve suspensión en 2003 motivada por la crisis de gobierno y posteriores elecciones, el proceso de paz sigue adelante, y en 2005 recibe un importante impulso, al firmar Tigres Tamiles y Gobierno un acuerdo de cooperación para repartir de forma conjunta la ayuda a las zonas afectadas por el tsunami.

El asesinato meses después del ministro de Exteriores, Lakshman Kadirgamar, supuestamente a manos de los tamiles, hace que la tregua se tambalee, aunque continúa. La elección en noviembre de 2005 de Mahinda Rajapakse, hasta entonces primer ministro, como presidente pone fin a 50 años de poder de la dinastía Bandaranaike.

Desde los comicios, el deterioro del proceso de paz y el aumento de la violencia es una constante, de modo que las negociaciones quedan suspendidas y el país vuelve a sumirse en un estado de guerra. Nada más comenzar 2008 las cosas se agravan: el Gobierno rompe el alto el fuego, al considerar que ninguna de las partes estaba respetando la tregua.

La ofensiva por parte de las tropas gubernamentales logra cercar a los rebeldes en el noreste de la isla, lo que deja atrapados entre las bombas y sin alimentos ni medicinas a decenas de miles de civiles. Esta crisis humanitaria lleva a los rebeldes tamiles a declarar un alto el fuego unilateral en abril de 2009, que el Gobierno rechaza al considerar que el fin de la guerrilla está muy cerca.

Un mes después, en mayo, la guerrilla tamil, cercada por el Ejército, anunciaba que dejaba las armas.
 

 

 

 

 

 

NEPAL
La pobreza: génesis de la violencia
Por RUBÉN CABEZAS

FICHA

Nombre oficial: Reino de Nepal
Capital: Katmandú
Sistema de gobierno: Monarquía constitucional
Jefe del Estado: Rey Gyanendra Bir Bikram Shah, desde junio de 2001
Primer Ministro: Girija Prasad Koirala
Partidos políticos: Partido Comunista de Nepal, Partido Democrático Nacional y Frente Nacional del Pueblo
Población: 27.070.666 (julio de 2004)
Superficie: 140.800 km²
Idioma: Nepalí (lenguaje oficial, 90% de la población), 10 idiomas más y alrededor de 30 dialectos
Religión: Hinduismo (86,2%), budismo (7,8%), islam (3,8%), otros (2,2%)

CONFLICTO
Una cruenta guerra civil iniciada a mediados de los 90 entre el gobierno monárquico y guerrilleros maoistas.

Nepal es un territorio que evoca el exotismo de sus monasterios y altas cumbres, pero también es uno de los países menos desarrollados de la tierra: con un régimen semifeudal, más del 50% de sus habitantes vive con menos de un euro diario. El enfrentamiento entre la monarquía y rebeldes maoístas, que pretenden reemplazarla por un sistema comunista, ha derivado en una guerra civil, aunque no se la quiera reconocer como tal.

A pesar de ser un conflicto olvidado, el 1 de junio de 2001, el asesinato de varios miembros de la familia real, entre ellos el rey Birenda, por parte de su hijo y heredero al trono, el príncipe Dipendra, fue noticia en el mundo entero. Los acontecimientos que siguieron al magnicidio fueron esperpénticos: Dipendra se suicidó y durante los tres días que estuvo en coma fue el nuevo rey de Nepal. Tras su muerte, su hermano pequeño Gyanendra se hizo con el trono. En octubre de 2002, destituyó a Sher Bahadur Deuba, primer ministro del partido del Congreso, acusándole de incompetencia, y puso en su lugar a Lokendra Bahadur Chand, afín a sus intereses, posponiendo las elecciones indefinidamente a la vez que se autoatribuía más poderes de los reconocidos en la Constitución.

El país volvía así a los modos de gobierno más autoritarios que han acompañado a su historia. El reino nepalí surgió al ser unificado por los Gurkas en 1767. En 1923 se independizó del dominio colonial inglés. La monarquía era considerada de origen divino, hasta que en 1990 una insurrección suavizó un sistema que tenía prohibido los partidos políticos y en el que se suponía que el rey era la reencarnación de Vishnú, uno de los tres principales dioses del hinduismo. Desde entonces, el centrista Partido del Congreso ha pasado la mayor parte del tiempo en el poder. El Partido Comunista Marxista-Leninista Unido salió elegido en las elecciones de 1994, pero su gobierno sólo duró un año.

Ante este desolador panorama, grupos maoístas iniciaron la lucha contra la monarquía. La guerrilla se formó en 1996 con apenas un centenar de miembros. Actualmente sus integrantes se han multiplicado por cien y operan en un tercio de los distritos de Nepal, en algunos de los cuales controlan la administración. La causas de este crecimiento hay que buscarlas en el descontento que causan las paupérrimas condiciones de vida y en la exclusión de grupos étnicos que no pertenecen a la mayoría hindú. En enero de 2003, los maoístas y el Gobierno acordaron un alto al fuego y anunciaron negociaciones de paz, pero las promesas de democratización del monarca no se cumplieron y, en junio de 2003, la situación empeoró cuando éste designó como primer ministro a Surya Bahasur Thapa, que sustituyó al dimitido Bahadur Chand, de su mismo partido. Ante este nuevo despropósito, la sociedad civil y el resto de partidos parlamentarios se movilizaron exigiendo al rey que rehabilitase el Parlamento o formase un Gobierno multipartidista. Finalmente, el 27 de agosto de 2003 se rompió el alto el fuego y el país quedó sumido de nuevo en un estado de guerra. Tres meses después los maoístas, debilitados, decidieron declarar una tregua unilateral.

A partir de junio de 2004, el monarca compartió el poder con otro primer ministro designado directamente por él, Sher Bahadur Deuba (destituido del cargo en 2002). Entre las tareas que le asignó el rey al nombrarle estaba la de convocar elecciones antes de finales de año, aunque los principales partidos maoistas no veían nada claro estos propósitos y no dudaron en manifestarse en las calles para pedir la llegada de la democracia. Pero el 1 de febrero de 2005, el monarca disolvió el Gobierno y anunció que asumía todos los poderes del país, por segunda vez en tres años, argumentando que el Gobierno de Deuba no había sido capaz de cumplir el plazo fijado -el 13 de enero- para la reanudación de las conversaciones de paz con los rebeldes. El Ejército tomó las calles de Katmandú, se declaró el estado de emergencia en el país y se puso bajo arresto domiciliario a Deuba y a otros líderes políticos.

 

Desde el comienzo de la confrontación, más de 13.000 personas han perdido la vida y las violaciones de los derechos humanos y el recorte de libertades son constantes por parte de ambos bandos. Las fuerzas de seguridad y el Ejército han llevado a cabo homicidios ilegítimos, torturas a presos y detenciones arbitrarias en aplicación de la Ley Antiterrorista. Por su parte, los maoístas han ejecutado a cerca de 1.000 civiles considerados 'enemigos de la revolución', reclutan niños-soldado y secuestran a rehenes para pedir rescate.

La situación sufrió una leve mejora el 13 de septiembre de 2005 cuando los rebeldes decretaron un alto el fuego unilateral con la intención de estrechar lazos con los partidos de la oposición, lazos que se terminan de unir el día 19 de noviembre del mismo año, en el que las formaciones políticas y los insurgentes llegan a un acuerdo para trabajar por la democracia y contra el poder autocrático del rey. Sin embargo, el 2 de enero de 2006 los guerrilleros rompen la tregua, aduciendo constantes ataques e incumplimientos de la misma por parte del gobierno.

La situación comenzó a reconducirse de nuevo en verano, el 4 de julio, cuando el gobierno y los Maoístas invitaron a Naciones Unidas para regular el trafico de armas y tropas. Finalmente en noviembre de 2006, el líder de la guerrilla maoísta de Nepal, Prachanda, y el primer ministro, Girija Prasad Koirala, firman un acuerdo de paz que prevé la incorporación de representantes de la guerrilla al Parlamento y al Gobierno para un periodo de transición de seis meses hasta la celebración de elecciones.

Entre los dos frentes, hasta 60 grupos étnicos minoritarios reclaman su presencia en una futura Asamblea, y han puesto en marcha varias huelgas que han paralizado el país. Pretenden una modificación del sistema electoral de cara a las elecciones de junio. Nepal vivirá uno de los momentos más trascendentes de su Historia, cuando, de esos comicios, salga una Asamblea Constituyente que tendrá que decidir si el Estado mantiene la Monarquía o se convierte en una República.

 

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