LOS HECHOS

02.08.2010 14:36

 

Es un episodio ocurrido en la población colombiana de Ciénaga en 1928 cuando las fuerzas armadas de Colombia abrieron fuego contra un número indeterminado de manifestantes, trabajadores de la United Fruit Company.

Sucedió el 6 de diciembre de 1928, estando en la presidencia el señor Miguel Abadía Méndez, quien intentó el restablecimiento del orden público, mediante el uso de la "fuerza armada de Colombia”, sin tener encuentra los derechos de los trabajadores Colombianos, hijos de la patria clase obrera de las bananeras. Junto con Abadía Méndez la clase media o clase dirigente desde entonces y mucho más atrás en el devenir demuestra historia ha sido incapaz de abrir nuevos caminos en los modelos de desarrollo del país. Méndez ordenó a su infame subalterno el general del ejército Cortés Vargas, que colocara en vigencia el articulo No 4, donde se ordenaba el uso de las balas por parte del cuerpo militar a todos aquellos que pusieran resistencia o se declararan disidentes en la manifestación, este fatídico articulo acabo con la vida de más de 1.500 personas entre hombres, mujeres, niños y ancianos, quienes cayeron presas del pánico y el control de la norma impuesta por las armas, un número indeterminado de manifestantes fueron reunidos en la plaza principal de Ciénaga (Magdalena), y protestaron contra el abuso del patronato, pero jamás se imaginaron tener dicha respuesta a sus demandas. Desde 1920, los sindicatos comenzaron a organizarse y a exigir un trato digno para sus trabajadores; por ello, alrededor de 30 mil obreros entraron en huelga hasta que recibieran un trato justo, descanso dominical, mejor salario y mejor atención médica. En el año 1926, La United Fruit Company, llevaba 20 años en funcionamiento, explotando y saboteando a sus trabajadores, quienes enanos anteriores habían intentado hacer huelgas sin resultados positivos, detrás de la realización de estas huelgas hubo muchas víctimas en su mayoría hombres. El 6 de diciembre de 1928 después decías un mes de huelga, y se corrió el rumor de que el gobernador del Magdalena se entrevistaría con ellos en la estación del tren de Ciénaga, para ellos esto fue un alivio, ya que solo habían recibido amenazas por parte de este, y ni una sola respuesta positiva de la multinacional. Tras pasar el tiempo y viendo que el funcionario no llegaba, los ánimos se fueron poniendo cada vez más desesperantes e impotentes entre las fuerzas armadas y los manifestantes. En ese momento, las fuerzas armadas dieron la orden de desalojo del lugar ensilo 5 minutos, que fue desobedecida por los trabajadores, quienes enardecidos vociferaban: "abajo la multinacional y el mal gobierno”, frases como estas solo eran de esperarse debido a la indiferencia con que fueron tratados por el gobierno. El General Cortés Vargas, quien fue el que dio la orden de disparar, argumento que si no lo hubiera hecho los barcos estadounidenses hubieran invadido tierras colombianas, esta posición fue fuertemente criticada por el senado especialmente por Jorge Eliecer Gaitán quien dijo que esas balas hubieran podido ser dirigidas hacia el invasor y no hacia los indefensos trabajadores. El número de muertos no se ha determinado y sigue siendo un tema de debate, según la versión oficial del gobierno colombiano solo fueron 9 muertos. Otra versión es aquella contenida en los telegramas enviados el 7 de diciembre de 1928 por el consulado de E.E.U.U. en Santa Marta a la secretaria de estado, donde inicialmente se calculaban 50 muertos, el 29 de diciembre de 1928 indicó que fueron entre 500 y 600, el 16 de enero de 1929 indicó que el número excedía los 1.000. Posteriormente diferentes versiones e investigaciones hechas por historiadores colombianos y extranjeros han hablado de otras cifras, de entre 60 y 75 muertos, como mínimo, o de alrededor de mil, como máximo. Testigos han dicho que muchos cuerpos fueron llevados en trenes y arrojados al mar.

Líderes de la huelga de los trabajadores en las plantaciones bananeras. De izquierda a derecha: Pedro M. del Río, Bernardino Guerrero, Raúl Eduardo Malhecha, Nicanor Serrano y Erasmo Coronel. Guerrero y Coronel fueron asesinados por el ejército colombiano

La orden de disparar 

En ese momento, las fuerzas armadas dieron la orden de desalojo en 5 minutos, que fue desobedecida por los trabajadores quienes enardecidos vociferaban abajas a la multinacional y al gobierno.

El General Cortés Vargas, quien fue el que dio la orden, argumentó posteriormente que lo había hecho, entre otros motivos, porque tenía información de que barcos estadounidenses estaban cerca a las costas colombianas listos a desembarcar tropas para defender al personal estadounidense y los intereses de la United Fruit Company, y que de no haber dado la orden Estados Unidos habría invadido tierras colombianas. Esta posición fue fuertemente criticada en el Senado, en especial por Jorge Eliécer Gaitán quién aseguraba que esas mismas balas debían haber sido utilizadas para detener al invasor extranjero.

El número de muertos no se ha determinado y sigue siendo motivo de debate. Según la versión oficial del gobierno colombiano del momento sólo fueron nueve. Otra versión es aquella contenida en los telegramas enviados el 7 de diciembre de 1928 por el consulado de Estados Unidos en Santa Marta a la Secretaría de Estado de Estados Unidos, donde inicialmente se informaba que fueron cerca de 50 los muertos. Más tarde en su comunicado del 29 de diciembre de 1928 indicó que fueron entre 500 y 600, además de la muerte de uno de los militares. Por último en su comunicado del 16 de enero de 1929 indicó que el número excedía los 1.000. Según el consulado, la fuente de dichas cifras fue el representante de la United Fruit Company en Bogotá. [1]Posteriormente diferentes versiones e investigaciones hechas por historiadores colombianos y extranjeros han hablado de otras cifras, de entre 60 y 75 muertos, como mínimo, o de alrededor de mil, como máximo. Testigos han dicho que muchos cuerpos fueron llevados en trenes y arrojados al mar. En un fragmento de "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez, se describe cómo ocurre el asesinato y cómo José Arcadio Segundo despierta entre el tren que lleva a los cadáveres para arrojarlos al mar.

Fin de la huelga 

Ante esta respuesta violenta, se produce la desbandada de los trabajadores y una rápida negociación, y como resultado de la misma aceptan recortar por mitad los salarios. De una parte, el temor anticomunista del gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930) que veía la revolución bolchevique a la vuelta de la esquina. El aparente empate fue resuelto por un liberalismo reformista que tomó en sus manos el poder para intentar, sin mucho éxito, atemperar los espíritus e institucionalizar el conflicto laboral que era imposible soslayar

 

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